viernes, 23 de abril de 2010

Griegos en el corazón



Una de las batallas más relatadas que nos deja una gran enseñanza es “La Batalla de Troya”. Los arqueólogos han descubierto alrededor de 7 ciudades troyanas construidas una encima de otra, y han encontrado la que fue quemada, que es sobre la cual deseo adentrarme.

Troya era una ciudad con una característica especial: tenía unas murallas impenetrables, y ésa era su fortaleza, su orgullo. Nadie podía conquistarla.

Durante 10 años, los griegos la atacaron una y otra vez. Poseían un asunto casi romántico, una gran inspiración de venganza por penetrar esas murallas para destruirla. Cientos de barcos venían intentando conquistarla, fracasando.

Pero a alguien se le ocurrió hacerle un “presente”. Un gran caballo de madera. Y en el vientre de éste, griegos altamente entrenados. Una jugada de astucia. Dejaron entonces a este caballo a las puertas de la ciudad y todos los ejércitos griegos volvieron a sus barcos y se fueron hacia unas islas cercanas, escondidos, dejándoles la impresión a los troyanos de haberse dado por vencidos, abandonando ya sus intentos de conquistar Troya.

Al comienzo, el caballo causó desconfianza. Se preguntaban por qué estaba ese caballo ahí, para qué, otros pensaron que sería una ofrenda a los dioses paganos por no haber logrado vencerlos. Pero poco a poco se fueron tranquilizando, acostumbrando a él, y hasta decidieron meterlo dentro de la ciudad. Todos curiosos, admirando al caballo, pensando: “Vencimos, no pudieron derrotarnos!” Celebraron haciendo fiesta, se embriagaron, y cuando todos estaban dormidos, del vientre del caballo descendieron unos pocos griegos matando a los guardas y abrieron las puertas, y así todos los griegos regresaron haciendo gran matanza. Se dice que sólo 2 troyanos se salvaron para contar al mundo las atrocidades que recibieron de mano de los griegos.

Un caballo inofensivo fue el señuelo para conquistar una ciudad impenetrable. Esto es una ilustración para nosotros: tenemos buen nombre, somos respetables, gente de bien, trabajadores, misericordiosos. Las mejores personas, los mejores del barrio, de la familia. Tenemos buena fama como personas, como iglesia, somos reconocidos como gente de Dios. Alguien ha visto nuestros cambios, alguien ha visto la mano de Dios sobre nuestras vidas en prosperidad, en sanidad, en bendición, es un testimonio el cuidado que tiene Él sobre nosotros.

Pero Satanás ha querido penetrar y conquistar. Dios está con nosotros protegiéndonos. El Diablo intenta vez tras vez destruir y no ha podido porque Dios ha puesto murallas de protección. Dice la Biblia que “El ángel de Jehová acampa alrededor y los defiende”. Salmo 34:7.

¡DIOS NOS GUARDA Y NOS DEFIENDE!

Pero hoy una advertencia: el Diablo no se ha rendido en su intención de destruirnos, y algunos de nosotros hemos permitido un caballo de Troya en el corazón. Inofensivo. Griegos en el alma. Mas nosotros hemos permitido, nosotros le abrimos, nos gusta.

Hemos visto cómo la honra se pierde, gente que teníamos en alta estima permitió que un caballo de Troya entrara a su alma y le derribó toda su honra. Y pienso “¿cómo una persona cae tan bajo? Cómo puede perder tan rápidamente el aprecio y valor que le teníamos en un instante, verdad?

DE MÁS ESTIMA ES EL BUEN NOMBRE QUE LAS MUCHAS RIQUEZAS. La Biblia está llena de hombres que fueron grandes en su momento pero permitieron un caballo de Troya en su corazón.

¿Ha oído usted del Rey Uzías? Todos saben de David, de Goliat… Pero Uzías, nadie sabe quién es.

Este era un hombre tan grande en el reino como David; desde niño buscó a Dios y desde esos días Dios lo prosperó. Reinó más años que David, pues David lo hizo por 40 años y Uzías por 50, venció filisteos y puso guarniciones en esas ciudades, venció otras naciones enemigas y los tuvo bajo su yugo. Hizo que la nación prosperara, y era considerado como los años dorados de Israel en sus días. La nación estaba enriquecida con campos llenos de cultivos, abundancia en las casas, seguridad y paz porque el ejército israelita era el más poderoso en la Tierra. Tenían mucho armamento y las ciudades todas amuralladas, y el temor de Dios había caído sobre las naciones y nadie se atrevía a atacarlos. Ud. Puede verificar esto en 2ª Crónicas 26.

Pero un día se enalteció para su ruina; pues viendo que Dios estaba con Él en todas las cosas, se metió donde Dios no lo había mandado. Le apareció “el griego”! Quiso tomar el sacerdocio y tomó el incensario que sólo podían ofrecer los sacerdotes cuando era mandado por Dios. Ahora Uzías, porque vio que Dios estaba con él, pensó que también ocupar lugar de sacerdote y le vino lepra, siendo echado del templo, razón por la que debió ceder su reinado a su hijo para así poder irse a vivir solo, fuera de la ciudad.

El hombre de Dios que hizo historia permitió un caballo de Troya en su corazón. Los “pequeños griegos” comienzan a entrar sin que se perciba que son cosas que, a su tiempo, causarán destrucción. Este hombre permitió enaltecimiento, “se la creyó”, y ahora nadie se siente orgulloso de este rey, ya no es referente para nosotros. Y no es un juego. Hay hombres que el mundo ha querido y admirado, pero cuando sale o salga a luz ese griego que está en su corazón, TODO SE PIERDE. Hay quienes han hecho una buena labor por algún tiempo y luego se convierten en el tema de chisme; alguien respetado, admirado, se convierte en burlado y despreciado, y con los comentarios, su buen nombre se pierde.

La ira, el mal carácter, no lo puedes controlar, pero te parece inofensivo, sin embargo a la larga puede ser un griego que te destruya.

Moisés, el hombre más manso, de vez en cuando le salía el griego, un día se enojó viendo cómo un egipcio azotaba y se levantó y mató… y tuvo que huir 40 años.

Y luego estando en el desierto y el pueblo pidiendo agua, el Señor dijo “me voy a glorificar delante de este pueblo. Ve y háblale a esta roca y yo enviaré agua”. Pero Moisés dejó salir el griego que había en su alma y dijo “Venid ahora, rebeldes, y os mostraré que Dios les va a dar agua” y tomó la vara, y golpeó una y otra vez la roca. Salió agua… Y Dios le dijo: “Porque no me glorificaste en las aguas de Meriba, no verás la Tierra Prometida”.

Hay muchos que golpean por las aguas, y hay milagros, y los verás, pero no entrarás en la Tierra,

Deuteronomio 32:48 al 52.

Éxodo 17:1 al 7.

¿Por qué no me santificaste?

Un maltrato, malas palabras, feas actitudes, la gente lo ve. Puedes conocer la biblia y hablar muy lindo o cantar, pero ese caballo estropeará todo. Y se mete en el alma.

Aarón y María murmuraron contra Moisés. EL OYE Y VE TODO. No puede ser burlado. El buen nombre también tiene que ser con Dios. Tengamos buena fama con él.

Cantares…….

Las zorras se alimentan del fruto de la viña, lo dejan sin la cosecha para la cual ha sido plantada, pero las zorras pequeñas prefieren alimentarse de los tiernos pámpanos, que son los que le van a dar futuro crecimiento a esa planta, perjudicando mucho más que la cosecha inmediata.

Si la viña está seca y no produce, no necesitas cuidarla. Pero si estás siendo prosperado, florecido, dios te pone para gloria y alabanza de Su Nombre, entonces debes cuidarte. Sabrán que Dios está contigo, verán la bendición del Dios que te protege, te cuida, te da lo mejor, verán una tierra fecunda y rica. Y ahora es el tiempo propicio de cazar las zorras pequeñas para que no echen a perder las viñas. Estás en el mejor momento de tu vida. Y también hay un caballo de Troya metido en el corazón. O lo cazas ya, o te destruye. Hoy saco de mi alma todo engaño, toda rebeldía, todo pecado consentido. Señor, refuerza mis murallas!

Poderoso es Nuestro Dios para guardarnos sin caída.

Efesios 4:17/32

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